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Disparen sobre la cultura

Otra revista cultural cierra sus puertas confirmando la altísimia mortalidad de los productos culturales en nuestro medio.

¡Otra vez, una más!

Continuando con una larga tradición latinoamericana otra revista de cultura se dispone a desaparecer. Luego de cinco años “Lamujerdemivida” invita a su inminente sepelio. Un grupo de entusiastas hombres y mujeres que creyeron que la literatura, el cine, el pensamiento, la música eran motivos suficientes para convocar voluntades velarán el cadáver de sus sueños insensatos.

Ya lo sabíamos. No es ninguna novedad. Predomina lo mediocre y lo trivial. La cultura es un bien escaso en un mundo saturado de objetos efímeros y placeres enanos. De todos modos es siempre conmovedor enfrentarse cara a cara con los fantasmas cotidianos. Son -de una misteriosa manera- un espejo brutal en el que no quisiéramos vernos jamás. ¡Ese que está allí no soy yo! Pero sí, somos, todos, en mayor o menor medida, los que dibujan el perfil monstruoso de la decadencia cotidiana.

Pero: ¿qué dice de nosotros como sociedad que esto ocurra? ¿qué delata que no nos avergüence que esto suceda? ¿qué verdades disfrazaremos de silencio o indiferencia para no escucharlas?

Es cierto, la cultura no es obligatoria, el gusto es un asunto privado e individual. Pero: ¿la mediocridad es obligatoria? ¿la reiteración de la estupidez hasta la saturación es un destino? Nuestras elecciones también incluyen lo que dejamos afuera. Toda opción es una muerte pequeña, una minúscula derrota, otro ladrillo en la pared.

Han pasado por esas páginas algunos de los hombres y mujeres más creativos e inteligentes de nuestros países. Allí se han discutido -con la enfática pasión de quienes creen en lo que piensan- gran parte de los temas de mayor trascendencia del momento que nos toca vivir. También abrió un espacio para el placer que apela a lo mejor de cada uno distanciándose del concepto bastardo que iguala entretenimiento e imbecilización. Sus puertas, sin embargo, permanecieron siempre clausuradas para la ligereza del éxito banal y la intolerancia ignorante de los que no dudan de nada.

Quienes no tienen razón, quienes nunca la tuvieron, reforzarán su perversa idea de que lo único que vale la pena es sobrevivir, con o sin motivos que le den sentido a ello. Que el éxito es aritmético y la razón es estadística. Que el número es el único argumento y que las sumas alumbran verdades. Muy bien, también a este cadáver podrán asentarlo en su balance. Pero mientras ellos lo anoten en su haber nosotros lo asignaremos a la larga columna de sus deudas.
No sorprende que algunas iniciativas resulten minoritarias, lo que resulta una verdad feroz es que esas minorías no sean capaces de sostener lo que las alimenta. Que nos acostumbremos a la tempestad que nos achata y nos reduce. Que los malos vientos de la intrascendencia nos aplasten contra el piso mientras suenan en nuestros oídos como una inocente brisa cotidiana.
Una luz muy pequeña dejará de alumbrar. Es posible que pocos perciban la diferencia, adaptados, como estamos, a la penumbra generalizada. Pero así se nos oscurece la existencia, subrepticiamente, sin estridencias. De ese modo discreto la oscuridad nos inyecta las venas y su anestesia nos esconde el dolor. No hay problema, si no es suficiente, si alguien necesita una dosis mayor de ese veneno, siempre se puede encender el televisor.

El sepelio será en Diciembre. Estamos todos invitados.

Número de Octubre 2007
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