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¿Hay alguien allí?

“Tanto me colma la soledad que la mínima cita me resulta una crucifixión” E. Cioran

¿Qué será la soledad? ¿De qué me acusa elegir estar solo? Estoy tan confundido. No quiero ver a nadie. Huyo del horror del encuentro y de la bárbara ceremonia de la fiesta. Soy inmune y ajeno a todo lo que ponga en acto la sociabilidad afásica que ejerzo. Pero no lo padezco. Sólo se transforma en sufrimiento o en ira cuando las circunstancias -o la cobardía- me obligan a incluirme en esos escenarios. Los demás están en mí. Cargo con sus huellas como un camino de silencio. Busco razones y recupero algunas escenas felices. Fragmentos de presencias ajenas en este encierro voluntario. Soy una cápsula invulnerable y ajena. Un mundo de sombras que no desea la luz. No se acerquen. Les comeré los ojos. ¿Hay alguien allí?


La verdad y otras mentiras

Ahora viajo para dar conferencias. Presento una versión del mundo en la que ya no creo a personas que jamás la entendieron. Les hablo en la única lengua que quieren escuchar. Estoy harto de la verdad. Agobiado de que me crean. Aplastado por la reverencia a la autoridad que lo que digo encarna. Furioso con las orejas que confunden lo que digo con lo que soy. Quiero mentir. Necesito dar alaridos mentirosos. Quiero morderle los pezones a la verdad. Voy a atarla de pies y manos a la cama. Voy a taparle la boca. Voy a pegarle en las nalgas, hasta la sangre. Voy a ingresar en ella como en un templo vacío. Voy a eyacular mentiras hasta preñarla de un monstruo.


Maldición va a ser un día hermoso

Me esperan en el aeropuerto, me abrazan, me agradecen el esfuerzo. Disputan con conserjes y gerentes de hotel hasta ofrecerme la habitación con la mejor vista del lugar. Yo los observo en silencio. Les agradezco sinceramente, percibo la carga de afecto que los motiva. Me instalo en habitaciones con perspectivas paradisíacas. Entonces, cierro herméticamente las ventanas, clausuro toda posibilidad de que el entorno ingrese a mi territorio. Soy incapaz de incluirme en escenarios naturales sin sentir el desagrado y el rechazo hacia la inmensidad autista de todo cuanto exhiben.


Lectura genital

Me recuesto sobre la cama. Estoy tan cansado. No tengo sueño. Quiero leer. Pero leer con los oídos. Escuchar el texto como a una música. Sentir el jadeo ansioso de la oración descargar sus vientos en mi cabeza. Acatar sus pausas, deslizarme por sus laderas. Atrapar el vértigo, huir hacia adelante. Recorrer una a una sus avenidas subterráneas. Escapar de las trampas del sentido. Ejecutarlo como a una partitura feliz. Bailar mientras leo. Sacudirme. Tenderme de espaldas sobre los renglones y flotar sobre sus olas. Quiero hacer de este libro una balsa. Navegar toda la noche en su océano sin islas. Surfear sobre esa atmósfera líquida. Acariciarle el lomo y besarle los pechos. Hoy, voy a leer con mis testículos.

Es muy curioso que los límites del comportamiento admitido resulten tan estrechos. La “normalidad” es un lecho de Procusto. ¿Qué hace que no sea posible describir una conducta sin hacer un diagnóstico? El promedio es una medida intolerante. Una dictadura de la estadística. Una condena a la perpetua repetición.


Naufragar en la noche

Hoy no ha sucedido nada extraordinario. Otra vez las horas se han fugado entre mis dedos sin dejarme huellas en la piel. Hoy no tengo cicatrices. El cadáver del tiempo ha pasado sobre mí sin que yo haya podido ver su calavera. Tacho este día en el calendario. Lo borro con la insensata furia de quien se resiste a lo evidente. Con la ridícula melancolía del que se niega a admitir la intrascendencia del mundo. Con la nostalgia imbécil de quien recuerda lo que nunca ocurrió. Hoy he asesinado otra oportunidad. Me declaro culpable. Me castigo. He completado otro casillero vacío en mi memoria futura. No habrá más que el peso de la ausencia cuando recuerde este momento.

Hoy todo lo que deseo se ha estrellado contra los muros de mi lengua. Sólo he dicho cosas prudentes. Unas pobres palabras solitarias, sin sorpresas, útiles. No fueron mejores que el silencio que rompieron. Flatus voce.

Ruido, sólo ruido. No puedo escuchar el eco de lo dicho. Nada resuena en mi cabeza. Ahora tiemblo. Vislumbro el horror de un mundo sin lenguaje. Percibo el escándalo de aquello de lo que he desertado.

Ahora que la noche me detiene. Ahora que la trivialidad de los hechos es un estruendo insoportable. Ahora, me hundiré en el archipiélago de la madrugada para volver, más tarde, a navegar sobre el naufragio de los días.


Mentir/me

¿Qué cosa será un diario personal? Sospecho que el género su sostiene en un malentendido. Alguien supone que en un diario no se miente. Al abrigo de la mirada ajena, la verdad no tiene de quien ocultarse. Confesión. Murmullo desnudo de lo que somos. Nadie por allí, nadie por allá. Entonces me desprendo de la máscara y el espanto de mi cara se hace visible. Todos mis defectos. Toda mi perversa naturaleza habitará en estas palabras. Nada que no sea la más cruda realidad de lo que fatalmente soy tendrá lugar en estas líneas. Expulsado el simulacro, la intimidad se expone a la mirada.

¡Puras mentiras!. Nunca miento más que cuando me habló a mí mismo. Es allí donde mi vocación por la ficción se desata. Entonces me devora lo falso. La boca enorme de la fantasía traga hasta la última gota de mi razón exhausta. La única posibilidad para lo verdadero es que hoy estas acá, lector. Esta vez no estoy solo. Quise expulsarte de este espacio tan privado. Te empujé. Te insulté. Te pateé los tobillos. Pero aún estas aquí. Tal vez, sólo por eso, este texto será menos mentiroso aunque más falso.

Qué hace la gelatina de tu ojo, lector, profanando estos santuarios. Debes tener cuidado. Es una amenaza. Estás en territorio enemigo, podrías salir heridos. Puedo escupir fuego. Puedo implosionar ahora mismo y cubrirte con mis vísceras. Estás en mí. Tengo derecho. ¿Querías espiar en mis adentros? Acá eres extranjero, clandestino. Puedo deportarte sin más trámite. Por lascivo, obsceno. degenerado. Acá, es yo. Esto que se disuelve bajo tus ojos. Lo que el velo que descubres te muestra. No me averguences. Te dejaré ciego. ¡Hey cabrón! ¿Where are you from?
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1 comentarios:

On 22/6/07, 5:42 , Anónimo dijo...

me encantó!